sábado, 28 de abril de 2012

CENIZAS SOBRE EL ROSTRO DE AGNES - R. Mörder + Deep Purple





Warning came, no one cared.
earth was shakin´, we stood and stared.
when it came no one was spared.
still i hear "burn!"

Deep Purple

El populacho se reúne con hambre de escarmiento y rodea la estructura que me alberga. El verdugo me acaricia y ajusta mi nudo mientras mira el cielo plomizo que promete tormenta. La condenada se acerca con grilletes en sus extremidades. Su rostro luce deformado por los golpes. Agnes, la hija de la nigromante, no es más que una niña. La muchedumbre le grita “Bruja”, “Maldita” mientras se persigna y yo intento decidir qué hacer. Puedo situarme a la altura del cuello y apretar fuerte hasta que muera por asfixia o quizás puedo acomodarme en la parte anterior de su pescuezo y oprimir sus venas hasta que la anoxia tiña su cara de color azul morado.
La chusma arroja cosas que impactan en la niña mientras un monje con cara de buitre le arroja agua bendita en el rostro. La infeliz sube los escalones de la horca. El verdugo me acomoda alrededor de su cuello como una serpiente y yo me hincho orgullosa pues me siento un instrumento del Señor. Entonces el aire se pone espeso y el día se hace noche. La tierra se abre y de sus profundidades surgen miles de alimañas que devoran a la turba. Yo intento en vano hacer mi trabajo, cumplir la función para la que fui concebida. Las vigas que me sostienen arden y yo empiezo a retorcerme, siento como el fuego penetra en mis entrañas, destruye mis fibras. Mi nudo se deshace y ya no soy más que ceniza que se posa sobre el rostro de Agnes.

© Renate Mörder

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