lunes, 30 de noviembre de 2015

EN LA VENTANA x Renate Mörder #Wordvember 29

Hugo no sabía muy bien de cuál de todos los rounds que le peleó a la vida salió tan maltratado. La cosa es que se había vuelto un cobarde. Tenía miedo del presente, del futuro e incluso del pasado. “La vida pasa factura” –decía. Sus amigos y su hija, hartos de su depresión, comenzaron a alejarse y un día cualquiera se encontró solo, adherido a las cuatro paredes de su casa, como si fuera una enamorada del muro. Pasaba sus días viendo programas de televisión que ni siquiera le importaban y mantenía las ventanas de su cuarto cerradas, porque no quería enterarse que la vida ahí afuera seguía su curso sin él. Cada tanto su hija o la mucama, con la excusa de limpiar, entraban a su cuarto y le levantaban las persianas. Él permanecía malhumorado hasta que se iban y después corría a cerrarlas, pero ese día la visión de lo que sucedía en el departamento de enfrente lo detuvo. Un hombre y una mujer se besaban, estaban desnudos, tenían sexo. Hugo miró a su alrededor buscando en las ventanas vecinas a algún cómplice, alguien que como él estuviera siendo testigo de la falta de delicadeza de la pareja, pero no había nadie. Sin poder dejar de mirar comenzó a cerrar lentamente la persiana, entonces la mujer lo miró. Quedó atrapado en esa mirada, era limpia e inocente, como la de una niña, a pesar de que ya era mayor. El tipo que la acompañaba de pronto notó su presencia y de un manotazo cerró la cortina dejándolo desolado, como desnudo, como colgado de la nada.

Después de eso, Hugo comenzó a levantar las persianas de su cuarto, su hija y su psiquiatra lo interpretaron como un síntoma de mejora y ninguno de los dos notó que pasaba sus horas junto a la ventana mirando hacia el departamento de enfrente. Tampoco él reveló su deseo: quería verla, quería que le dispensara una mirada tan tierna como la de aquella vez, pero no tenía suerte, los clientes se sucedían y  ella siempre estaba de espaldas o no miraba. 

Una tarde se decidió a buscarla. Se vistió, se afeitó y hasta se sintió un ser humano en el espejo. Esperó que saliera de su departamento pero no tuvo suerte, comenzó a apostarse en su puerta todos los días, hasta que un mediodía salió con una bolsa a hacer los mandados. De cerca era más linda, más fresca. La siguió, habló con ella, la invitó a almorzar, la trato como una reina, la conquistó, se olvidó de que tenía miedo.

5 comentarios:

  1. Y una mirada limpia e inocente, pudo más que sus miedos y su depresión . . . ! ! ! Muy bueno.

    LILI

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  2. Para salir del agujero hay que encontrar la cuerda precisa. Una simple mirada puede tener un poder inmenso.
    Muy buen relato, Renate.
    Un abrazo

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  3. No eran muy buenos esos amigos.

    Fue una mujer quien logro que se olvidara de sus miedos. Tiene mucho sentido.

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